El sismo de magnitud 6.1 que sacudió Lima y Callao el pasado 15 de junio provocó derrumbes en los acantilados de la Costa Verde, dejando al descubierto su alta vulnerabilidad. Expertos advierten que, pese a la instalación de geomallas de alta resistencia, el riesgo de colapso sigue latente debido a la erosión progresiva del terreno y al peso excesivo de viviendas y edificios construidos peligrosamente cerca del borde.
Carlos Zavala, investigador del Cismid-UNI, y el ingeniero Raúl Delgado Sayán coincidieron en que las geomallas no serían efectivas ante un terremoto de gran magnitud acompañado de un tsunami. Zavala recordó el caso del estadio de Magdalena que se desplomó en 1974 y advirtió sobre un hotel de diez pisos que hoy se encuentra suspendido sobre el vacío en la bajada de Sucre. Señaló que los edificios ya existentes deben ser calzados hasta la base del acantilado o estabilizados con plataformas escalonadas para evitar una tragedia.
Como solución, Delgado Sayán propone la construcción de muros pantalla de concreto armado fijados con anclajes especiales al cuerpo del talud, lo que brindaría mayor estabilidad ante sismos extremos y evitaría la erosión por un posible tsunami. El proyecto, que requiere una inversión de 400 millones de dólares, fue presentado al Gobierno en 2019, pero hasta ahora no ha sido priorizado. Ante el inminente peligro, especialistas exigen una acción inmediata del Ejecutivo para evitar un desastre urbano de gran escala.