Una reunión familiar en La Oroya se transformó en escena de horror cuando un hombre identificado como Velásquez, en aparente estado de ebriedad, confesó que en 1990 asesinó a su conviviente, María Esther Huallpa Inga, y a su pequeño hijo de un año, Salvador Santiago. El crimen, según relató, fue motivado por un ataque de celos y los cuerpos fueron enterrados en el patio de su antigua casa en el asentamiento humano Leoncio Astete Rodríguez.
Aunque sus palabras fueron inicialmente tomadas como un desvarío provocado por el alcohol, la duda caló hondo entre sus hijos. Al día siguiente, decidieron investigar el lugar mencionado en la confesión. Al excavar, hallaron un zapato infantil y restos óseos, lo que confirmó sus peores temores. De inmediato, dieron aviso a la Policía Nacional y al Ministerio Público para iniciar las diligencias correspondientes.
El caso ha conmocionado a la comunidad. Peritos forenses y antropólogos trabajan en la exhumación e identificación de los restos, mientras el presunto autor del doble crimen permanece bajo custodia. La Fiscalía investiga los delitos de homicidio calificado y ocultamiento de cadáveres, y ha solicitado medidas urgentes para preservar el lugar del hallazgo, que ya había sido vendido y preparado para una futura construcción.